No estoy pasando por mi mejor momento, y eso se nota en mi creatividad. He tenido un notable bajón en mi capacidad de hacer cosas, lo que ha frustrado mis intentos de explorar un estilo mas "cartoon". Simplemente, no consigo crear nada gracioso, original o simplemente resultón.
No fue sorprendente, dada la situación, descubrir que sin embargo puedo pintar cosas horribles sin ningún esfuerzo. Lo que mi ánimo me inspiraba de forma natural eran oscuros horrores, criaturas abominables surgidas de la desesperación y la angustia. Tras algunos bocetos sobre papel que quedaron decentes (o más bien indecentes, que era de lo que se trataba), los estoy pasando por Photoshop y estoy más que satisfecho con el resultado; quizá porque el color es algo más automático que no requiere de un estado de ánimo favorable, o quizá precisamente porque el estado de ánimo desfavorable ha afinado de algún modo mi capacidad de crear entes repugnantes.
Mirándolo por el lado bueno, aunque no es lo que tenía planeado, me sirve para practicar el estudio conceptual fantástico (indudablemente uno de mis estilos favoritos) y jugar con texturas e iluminación para transmitir una sensación desasosegante.
Si NO disfrutáis de éste, desde luego habré cumplido mi objetivo.
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miércoles, 29 de abril de 2009
Horror Sin Nombre I
Del lápiz de
Jaime Nieves
Categorías:
arte final,
conceptual,
fantasía,
figura,
photoshop
domingo, 26 de abril de 2009
Por qué dibujo (I)
Hoy "Mi Lápiz y Yo" cumple un año. Cuando me di cuenta de que la primera entrada estaba fechada el 26 de abril de 2008, no lo podía creer. Ya con un año de blog a mis espaldas, y orgulloso de haber sido capaz de publicar casi una vez por semana. Como se dice en el mus, "que todo siga así"; significará que sigo dibujando a pesar de todo.
Y ¿qué hacer para celebrarlo? Las más de 2.700 visitas en estos doce meses (de las cuales tan sólo 2.694 han sido mías) se merecen algo especial. Pues vayamos a ello. Revisando mis viejas carpetas encontré, en lo alto de una estantería, cubiertos por el polvo y amarilleados por el paso del tiempo, algunos dibujos de cuando era pequeñito. Esos dibujos, mis orígenes, cuentan la historia de por qué dibujo o, más bien, de por qué dibujo lo que dibujo.
Si bien es cierto que no puedo recordarme a mí mismo sin un lápiz en la mano, también es cierto que no puedo recordar lo que comí anteayer, así que tampoco es un dato muy significativo. No tengo idea de cuándo empecé a dibujar, pero lo que sí puedo decir es que yo no sería nadie sin el ilustre Francisco Ibáñez.
Debo tantas cosas a Mortadelo y Filemón que no sé quién sería si no hubiese devorado de niño tantos y tantos tebeos (miento: sigo haciéndolo). Cuando aún no sabía leer, miraba las viñetas y me partía de risa. Aprendí a leer, y a escribir, y a dibujar, con Mortadelo y Filemón como campo de pruebas. Y no es extraño, pues, que en mis dibujos infantiles la genial pareja estuviese siempre presente. En el colegio los profesores me regañaban porque, fuera cual fuera la temática encargada en clase de dibujo, siempre convertía mi trabajo en una viñeta de Mortadelo y Filemón. Los dibujos de arriba están fechados en el 86-87, así que yo tenía entre 8 y 9 años.
Siempre he tenido la necesidad de crear cosas. Mortadelo y Filemón eran mi principal inspiración, pero cualquier cosa que oliera a fantasía me atraía. Encontré páginas de cómic dibujadas en cuadernos cuadriculados donde Mortadelo y Filemón conocían al Coche Fantástico y a... ¡Optimus Prime! Supongo que muchos niños de mi edad estábamos enganchados a series como Transformers, y yo mezclaba todas esas influencias en mis dibujos. Tengo muchas páginas de cómic protagonizadas por Mortadelo y Filemón, desgraciadamente sin fechar, pero que por el estilo del trazo debí dibujarlas cuando no tenía más de 6 ó 7 años.
Mi afán creativo no se detenía en los dibujos. Me recuerdo obsesionado por hacer cosas que tuvieran sentido, y dibujaba páginas con pasatiempos incrustados, como si fuera una revista publicada. También recuerdo que por aquella época entré en contacto con otra gran influencia en mi vida: Dungeons & Dragons, o, por extensión, el género de Espada y Brujería. El dibujo del dragón (copiado de la ilustración de Larry Elmore para la portada de la famosa caja roja de la primera edición de D&D) debió ser mi primera incursión en la fantasía heroica, quizá con 7 u 8 años.
La otra cosa que, de forma nada sorprendente, influyó en mi vida fue la ciencia. Los dinosaurios, los animales, la anatomía y la astronomía también me fascinaban, y mis dibujos con 8-9 años así lo atestiguan. Posteriormente este interés me llevaría hacia la ciencia-ficción, donde tecnología y fantasía se dan la mano.
Pero eso lo reservaré para una próxima entrada...
Y ¿qué hacer para celebrarlo? Las más de 2.700 visitas en estos doce meses (de las cuales tan sólo 2.694 han sido mías) se merecen algo especial. Pues vayamos a ello. Revisando mis viejas carpetas encontré, en lo alto de una estantería, cubiertos por el polvo y amarilleados por el paso del tiempo, algunos dibujos de cuando era pequeñito. Esos dibujos, mis orígenes, cuentan la historia de por qué dibujo o, más bien, de por qué dibujo lo que dibujo.
Si bien es cierto que no puedo recordarme a mí mismo sin un lápiz en la mano, también es cierto que no puedo recordar lo que comí anteayer, así que tampoco es un dato muy significativo. No tengo idea de cuándo empecé a dibujar, pero lo que sí puedo decir es que yo no sería nadie sin el ilustre Francisco Ibáñez.
Debo tantas cosas a Mortadelo y Filemón que no sé quién sería si no hubiese devorado de niño tantos y tantos tebeos (miento: sigo haciéndolo). Cuando aún no sabía leer, miraba las viñetas y me partía de risa. Aprendí a leer, y a escribir, y a dibujar, con Mortadelo y Filemón como campo de pruebas. Y no es extraño, pues, que en mis dibujos infantiles la genial pareja estuviese siempre presente. En el colegio los profesores me regañaban porque, fuera cual fuera la temática encargada en clase de dibujo, siempre convertía mi trabajo en una viñeta de Mortadelo y Filemón. Los dibujos de arriba están fechados en el 86-87, así que yo tenía entre 8 y 9 años.
Siempre he tenido la necesidad de crear cosas. Mortadelo y Filemón eran mi principal inspiración, pero cualquier cosa que oliera a fantasía me atraía. Encontré páginas de cómic dibujadas en cuadernos cuadriculados donde Mortadelo y Filemón conocían al Coche Fantástico y a... ¡Optimus Prime! Supongo que muchos niños de mi edad estábamos enganchados a series como Transformers, y yo mezclaba todas esas influencias en mis dibujos. Tengo muchas páginas de cómic protagonizadas por Mortadelo y Filemón, desgraciadamente sin fechar, pero que por el estilo del trazo debí dibujarlas cuando no tenía más de 6 ó 7 años.
Mi afán creativo no se detenía en los dibujos. Me recuerdo obsesionado por hacer cosas que tuvieran sentido, y dibujaba páginas con pasatiempos incrustados, como si fuera una revista publicada. También recuerdo que por aquella época entré en contacto con otra gran influencia en mi vida: Dungeons & Dragons, o, por extensión, el género de Espada y Brujería. El dibujo del dragón (copiado de la ilustración de Larry Elmore para la portada de la famosa caja roja de la primera edición de D&D) debió ser mi primera incursión en la fantasía heroica, quizá con 7 u 8 años.
La otra cosa que, de forma nada sorprendente, influyó en mi vida fue la ciencia. Los dinosaurios, los animales, la anatomía y la astronomía también me fascinaban, y mis dibujos con 8-9 años así lo atestiguan. Posteriormente este interés me llevaría hacia la ciencia-ficción, donde tecnología y fantasía se dan la mano.
Pero eso lo reservaré para una próxima entrada...
sábado, 18 de abril de 2009
sábado, 4 de abril de 2009
El Vampiro
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