No fue sorprendente, dada la situación, descubrir que sin embargo puedo pintar cosas horribles sin ningún esfuerzo. Lo que mi ánimo me inspiraba de forma natural eran oscuros horrores, criaturas abominables surgidas de la desesperación y la angustia. Tras algunos bocetos sobre papel que quedaron decentes (o más bien indecentes, que era de lo que se trataba), los estoy pasando por Photoshop y estoy más que satisfecho con el resultado; quizá porque el color es algo más automático que no requiere de un estado de ánimo favorable, o quizá precisamente porque el estado de ánimo desfavorable ha afinado de algún modo mi capacidad de crear entes repugnantes.
Mirándolo por el lado bueno, aunque no es lo que tenía planeado, me sirve para practicar el estudio conceptual fantástico (indudablemente uno de mis estilos favoritos) y jugar con texturas e iluminación para transmitir una sensación desasosegante.

Si NO disfrutáis de éste, desde luego habré cumplido mi objetivo.
2 comentarios:
Joer..que chulo que esta..o sea, que como mola!
Deberias tener mas dias malos.
Eva.
A mí también me gusta un montón!
Me has preocupado... a ver si mañana te escribo...
Publicar un comentario